Me gustan los garbanzos, posiblemente sea la legumbre que más me guste, por sus amplias posibilidades culinarias, la hace ser tan agradecida a numerosas recetas como generosa al paladar, sin embargo, yo traigo hoy el clásico puchero de garbanzos que siempre hemos hecho en casa.
Algunos los comemos secos, es decir, primero la sopa con el caldo del cocido y a continuación los garbanzos con el compango; y otros prefieren comerlo todo junto. a mí de las dos formas me gustan.
INGREDIENTES
Un puñado de garbanzos por persona.
Un trozo hermosos de panceta.
Un chorizo.
Una morcilla de año.
Una rama de apio.
Un puerro (la parte blanca)
Una o dos patatas.
Una o dos zanahorias.
Una zanca de pollo.
Un trozo de zancarrón (morcillo)
Un hueso de jamón y otro de rodilla.
Un sobrecito de azafrán. Yo uso el molido de Mercadona.
PREPARACIÓN
Ponemos los garbanzos la noche de víspera a remojo en agua caliente (suelo comprar los garbanzos lechosos, y a veces los Pedrosillanos o los de Potes).
Al día siguiente los ponemos a cocer cubriéndolos de nuevo con agua caliente y añadiendo todas las viandas. Cuando rompa a hervir, desespumamos y agregamos el azafrán.
Cocinamos hasta que los garbanzos estén tiernos. Estos en concreto los he hecho como toda la vida de Dios, a fuego lento en olla tradicional, más que nada para ver si hay diferencia en el resultado a cocinarlos con la olla rápida. Puedo decir que seguro que la diferencia estará en la factura de la luz, porque de sabor, están igual de buenos hechos de las dos formas.
Cuando en Semana Santa me vaya al pueblo los cocinaré en la cocina de carbón, que ahí sí doy fe de que las comidas saben diferentes.
En una cazuela a parte cocemos unos fideos, de los que más nos gusten, estrellitas, pasta maravilla, fideos finos o gordos... a gusto del paladar. Yo puse la sopa con fideos esta vez.
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