miércoles, 30 de julio de 2014

Huevos rellenos




Tenía escasos veinte años y tras pasar meses contando los días para viajar a Alemania, llegada la noche anterior a mi partida, un nudo se me puso en el corazón, una angustia pesada como un plomo se apoderaba de mí. Me iba y dejaba todo, país, familia... todo y me iba sin nada más que dos escasos pantalones, una cazadora, un cuaderno y como vocabulario "melón y abuelos" en alemán.

La despedida en Renón (Oviedo) fue dura, solo habían ido mis padres al aeropuerto y la mirada lastimera de mamá era como una losa en mis ansias de libertad. Iba a echarlos de menos, a todos ellos, pero en especial a mi madre. Sentía que la dejaba sola y no es un apego raro, es que tanto ella para mí como yo para ella, fuímos las mejores amigas en aquellos años devastadores. 

Fue un año de intenso frío, los vientos de Siberia se habían colado en la península y eso hizo que mi avión tuviera que hacer escala de Madrid a Barcelona, en vez de vuelo directo de Madrid a Stuttgart. Como más compañía, mis cascos, los Rolling Stones y un poderoso miedo.

Llegué de noche, fuera estaba todo nevado, todo era blanco y gruesos copos caían del plomizo cielo, no entendía nada. Los uniformes de los policías, de un verde feo, no me aliviaban demasiado y de pronto la vi, Bettina me saludaba desde el exterior, con la mano y una sonrisa. Armada de valor, cogí mi maleta y salí. 
-¿Solo eso?- me preguntó
-Solo, no necesito mucho- contesté. ¿Qué decir? ¿Que "eso" eran todas mis pertenencias?

Montamos en un Mercedes todo terreno de segunda mano, por lo visto había pertenecido a la policía, ya que cuando retiran los coches, los venden como cualquier hijo de vecino y pusimos rumbo a Kleinbottbar.

La casa, toda enmoquetada, olía a té, colgados de las paredes, numerosos cuadros a punto de cruz que Peter había bordado. En la habitación de Natalie, numerosos peluches poblaban el suelo y mi cuarto, de madera, abuardillado, me metió de lleno en el paisaje invernal de un cuento de los hermanos Grimm.

Mi vida en Alemania, había comenzado, allí fue donde empecé a escuchar que cocinaba bien y una de las primeras recetas que les hice fueron los huevos rellenos de mamá.

La receta ya la puse en su día aquí

INGREDIENTES
1 Docena de huevos
2 Latas de atún en aceite de oliva
Salsa de tomate frito

Bechamel ligera



PREPARACIÓN
Cocemos los huevos en abundante agua durante diez minutos.

Cuando ya estén fríos, los pelamos y cortamos a la mitad y sacamos las yemas reservándolas en un cuenco y las claras en un plato grande.

Mezclamos las yemas (dejamos dos o tres yemas para poder decorar después) con el atún desmigado y la salsa de tomate y rellenamos los huevos con la pasta resultante.

Ponemos los huevos rellenos boca a bajo en una fuente llana y amplia y cubrimos con bechamel y espolvoreamos con las yemas trituradas.

Se sirven tanto fríos como calientes, de ambas formas están muy ricos.




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