Esta es una receta antigua, de las de toda la vida, de esas que se hacen en casa de una forma y la de cada cual es la mejor del mundo. Sin duda alguna, la tuya será mejor que la mía, y para los míos la mía es insuperable.
A pesar de lo deliciosa que es, está pasando al cajón de los recuerdos de mucha gente, vamos, que ya no se hace tanto, y es una pena, a veces sustituímos lo bueno nuestro (por ejemplo ésta) por otras recetas menos buenas, tipo pollos marinados en harinas, especias y demás de los restaurantes de comida rápida.
Esta receta es un homenage a las cocinas de carbón, a los pucheros esmaltados y desconchados, a los mandiles descoloridos y a las recetas hechas con cariño y mimo para una familia que llega a casa a comer caliente. Un homenage a mis abuelas, a mi madre. A la tuya también.
INGREDIENTES
1 Pollo de buen tamaño, troceado y limpio.
1 Cebolla.
2 Dientes de ajo grandes.
Un buen manojo de perejil.
Un puñado de almendras.
1 Huevo.
1 Sobre de azafrán.
1/2 Vaso de vino blanco.
Harina y pimentón dulce.
Caldo de pollo.
PREPARACIÓN
Enharinamos el pollo con una mezcla de pimentón y harina (así el pollo quedará con color bonito después de la cocción, ya que ese es uno de los puntos flacos del pollo guisado, la ausencia de color).
Lo doramos en una cacerola con aceite de oliva virgen extra. Sacamos y reservamos.
En el aceite de dorar el pollo, pochamos la cebolla picadita, el ajo y el perejil. Al cabo de un rato, lo sacamos del fuego y le damos un buen meneo con el mortero, al que añadiremos un puñadito de almendras y el azafrán. Lo metemos de nuevo a la pota junto el pollo, el vino blanco y el caldo de pollo lo justo para que lo cubra. Y cocinamos hasta que el pollo esté tierno.
Mientras, cocemos un huevo, del cual la yema servirá para darle más espesor a la salsa y la clara la utilizaremos para adornar.
Nota: Es mejor tomar este guiso de un día para otro, así los sabores se integrarán a la perfección, cogerá cuerpo.
Antes de servir añadimos a los platos unas cuantas almendras más.
Puede ir acompañado de arroz blanco o de patatas fritas.
Este plato en realidad es para hacerlo con gallina, y mejor si es vieja, pero claro, yo ya hace mil años que no veo gallina, el pollo no le va nada mal, pero las cosas como son.
esta receta esta riquisima, la primera vez que la comi tenia 7 añitos y me encanto, pollo de casa, cocina de leña, de vez en cuando la hago, me recuerda mi niñez que esta muy lejana jejeje
ResponderEliminarun saludo
Elisa, eso es lo que tiene la niñez, que a pesar de lo que se vaya alejando, cada vez la vamos teniendo más presente. Las vivencias que en ella tuvimos, los recuerdos... las emociones, esas personas que ya no están con nosotros o que cada vez las vemos más mayores... Con el paso de los años la infancia va cobrando la verdadera importancia que tiene, que es infinita, ya que es la base del adulto que seremos.
ResponderEliminar¡Una infancia sin olores de cocina qué triste!
Para chuparse los dedos!!!!mmmmmmm!!!!!!
ResponderEliminar¿Verdad que las recetas tradicionales son de las mejores?
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